domingo, 23 de diciembre de 2012

Pequeñas regiones, grandes intereses...



Pequeñas regiones, grandes intereses...

¿Qué pasó con el Viejo Caldas?


Tiempo corrió después de la división del Viejo Caldas y queda claro el interés que motivó la decisión: debilitar, negar y restringir la consolidación de una de las regiones más importantes de Colombia en cuanto a la diversidad de recursos naturales o creados, a la par de amplias posibilidades presentes en las condiciones estratégicas; donde sólamente nombrar las geográficas bastaría para enmarcar el potencial. 

El escenario del Viejo Caldas antes de la segunda mitad del siglo XX mostró en verdadera magnitud lo que representaba, y la “cultura cafetera” que en poco más de 40 años eclipsó toda tradición económica dada hasta ese entonces en el país (pudiendo soportar con otros territorios que compartían dicha actividad gran porcentaje de la actividad económica de Colombia) lo que despertó todo tipo de intereses. 

Para desgracia de la región, prosperaron los intereses que apuntaban a debilitar para fraccionar; ya que una vez dividido el territorio, corromper débiles instituciones recién generadas para favorecer la absorción sistemática de los recursos, sería tarea fácil; sólo implicaría paciente espera.

Pasaron décadas y en la actualidad somos testigos de cómo es entregado un lugar de segunda, fruto del maltrato de nuestra identidad regional hábilmente erosionada desde el “aparato cultural” de las grandes capitales. 

Se nos asoció con una cultura atrasada, vulgar y casi indigna al no representar la visión “moderna” o progresista que se postulaba en “eruditos” centros urbanos, pero la riqueza que se generaba de tan indigna manera, sí era de interés para elites dispuestas. 

De esta forma, nuestras comunidades fueron infiltradas por organizados “gremios” que buscaron en primera medida, que la toma de las decisiones trascendentales para nuestra región se dieran en lugares que desconocían nuestra realidad y antecedentes. 

Nuestra clase dirigente (que al inicio respondió con altura) fue absorbida por estructuras confusas y subordinadas a intereses particulares, y es acá donde llegaron los castigos. 

El café producto de exportación, fue cargado con impuestos y manejos de divisas desfavorables sólo comparables hoy en día con lo hecho a la floricultura, lo que solamente buscaba desangrar los recursos generados para soportar estructuras parásitas que hoy son muestra clara de la degeneración que representaban. 

Totalmente inoperantes y faltas de propuestas ante la crisis que vemos llegar, la institución que representa al “gremio” describe complejos y técnicos escenarios que contrastan con la inocultable realidad; una nueva migración rural que castigará las débiles estructuras urbanas, carentes de empleo, sin posibilidades de brindar vivienda ni las mínimas condiciones humanamente hablando.  

Ilegalidad, marginalidad y deterioro de las condiciones de vida en la ciudad serán nuevamente el tema en prestigiosos foros, seminarios y congresos. ¿Soluciones?, ninguna...solo buena fe. 

¿Será difícil plantear, proponer y entender que si el café “camina”, el país progresa y podemos apostar a otras áreas de desarrollo? Ya lo hicimos, dio resultado y mal gastamos lo ganado. Reparemos el camino.

Es irónico que desde 2010 el consumo del café está en alza, el valor internacional del grano en valores históricamente altos gracias a la buena reputación del producto y nuestra producción cayendo sin ningún doliente.

Esperemos que la crisis del gremio sea el resurgir de los productores, ya que como está claro, los primeros no representan a los segundos. 

Arq Gustavo Arteaga Botero.

En: Eje XXI.com

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