sábado, 8 de marzo de 2014

Agencia de Noticias Universidad Nacional de Colombia.. Manizales, Nov. 12 de 2013

Manizales, nov. 12 de 2013 - Agencia de Noticias UN. 

El desarrollo de las ciudades puede gestionarse de manera eficaz desde un modelo público–privado, que potencie las fortalezas de ambos sectores en beneficio de la infraestructura colectiva. Como parte de su trabajo de grado de la maestría en Diseño Arquitectónico Avanzado de la Universidad de Buenos Aires, de la cual es el único colombiano y el segundo latinoamericano en culminarla, Gustavo Arteaga Botero, profesor de la Universidad Nacional de Colombia en Manizales, integra las potencialidades de la gestión pública y privada en una propuesta de desarrollo urbano para la capital Argentina. En materia de desarrollo urbano hay dos actores clave como son los sectores público y el privado para llevar a cabo los proyectos constructivos. Ambos responden a distintos intereses (colectivos y particulares respectivamente) y cada uno presenta fortalezas y debilidades. En cuanto a lo público, su fuerte está en la cohesión y la representatividad social que produce; en lo privado, está su eficiencia en la gestión y manejo de los recursos. “A partir de la integración de ambos modelos, se propone retirar el tren de la superficie e instalarlo subterráneamente para liberar un terreno de aproximadamente 100 mil m2, los cuales tienen un gran valor por el sector donde se ubican (barrio Belgrano), y además porque la ciudad tiene poco espacio para desarrollarse”, indicó el profesor Arteaga. Este ejercicio se proyecta desde la inquietud por el aprovechamiento del espacio público, que consiste en el ‘reciclado’ de tramas urbanas en desuso por el crecimiento de las ciudades, en este caso sobre la línea Mitre, una estación de tren de 1890 que comunica a Buenos Aires con la zona Norte. Desde el concepto de la economía urbana (cómo gestionar el territorio para generar espacio público de libre uso y vivienda de interés social en la superficie que quedaba libre) se plantea la integración público–privada, en la cual esa zona pública constituye el valor agregado que garantiza una infraestructura de buena calidad que mantiene o incrementa el precio de los inmuebles. En este sentido, la lógica de la vivienda social implica que tanto las personas que puedan comprar muchos metros como aquellos que pueden comprar pocos gocen de un espacio público de mucha calidad. “Bajo estas condiciones, se propone que sin necesidad de inversión pública, pero con la sesión del uso y un control estricto de su parte, se pueda ofrecer este terreno al sector privado para que aporte el dinero para las obras, sumado a dos variables de garantía: un 20% para espacio público de libre uso y un 20% para vivienda de interés social. Con esto se hace la precisión de que no son casas de bajo precio sino que su valor está en función del tamaño”, indicó el investigador. Este modelo de gestión, que obtuvo críticas positivas de la comunidad académica Argentina, podría ser replicado en ciudades grandes o intermedias para generar otras dinámicas que apalanquen el desarrollo urbano.

(Por:Fin/AMEJ/CAPG/LADC) N° 555 
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